Por una defensoría del pueblo y desde el pueblo en la CNDH
En días pasados se hizo pública la convocatoria para presentar candidaturas a la Presidencia de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), tras un difícil camino previo no excento de negociaciones partidistas que condujeron finalmente a que el proceso de elección del nuevo ombudsman nacional esté a cargo de tres comisiones unidas del Senado y no solamente de la de Derechos Humanos, cual debe ser de acuerdo a la ley.
Lo que con ello se revela es la más que evidente intención de llevar a cabo el relevo en la CNDH a partir de "cuotas políticas", mismas que mantuvieron al actual presidente, José Luis Soberanes, por dos periodos en dicho organismo, con todo el costo social que para la defensa y promoción de los derechos humanos significó su total servilismo ante el Estado y los poderes fácticos (empresariales).
Ante un gobierno que se consolida cada vez más como el principal detractor (o en su defecto protector de los detractores) de los derechos humanos de la ciudadanía, poniendo en riesgo inclusive la promoción y defensa de los dichas garantías individuales y sociales al criminalizar la protesta social, nos encontramos ante la necesidad imperiosa de no permanecer al margen de la elección en la presidencia de la CNDH, para recuperar un espacio que es nuestro y debe operar desde la perspectiva del pueblo, sobre todo el marginado y explotado.
Al hacerse pública la convocatoria para la elección de la nueva presidencia de la CNDH, las organizaciones, iglesias, grupos o personas tienen la oportunidad de postular a aquellos candidatos o candidatas que consideren pueden enfrentar y resolver la pérdida de autonomía y eficacia de dicho organismo, al tiempo que impulsar una defensoría de, desde y para el pueblo.
Mientras que empiezan a oirse algunos nombres auspiciados por los diversos grupos de poder en el Senado y el gobierno federal, un amplio número de organizaciones desde diversos ámbitos: social, civil, eclesial, popular, académico, cultural... hemos decidido impulsar la candidatura de Emilio Álvarez Icaza Longoria, hasta el pasado 30 de septiembre Presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF), y quien el 1 de octubre hizo pública su decisión de postularse como candidato para presidir la CNDH.
Las razones por las que promovemos e invitamos a respaldar la candidatura de Emilio son más que sobradas, lo cual precisamente representa su principal obstáculo frente a los grupos de poder. Tiene por delante una sinnúmero de logros obtenidos en sus ocho años al frente de la CDHDF, inaugurando un nuevo modelo de defensoría de derechos humanos centrado en las víctimas, y reconocido a nivel nacional e internacional por su eficacia, transparencia, capacidad de diálogo y autonomía respecto de los intereses de Estado, logrado esto último en gran medida por haber llegado a la presidencia de dicha Comisión por méritos propios y no por prebendas políticas; su trayectoria y compromiso al margen de intereses partidistas le valió ser elegido por unanimidad para dos periodos, por la Asamblea Legislativa del Distrito Federal.
Pero su perfil curricular no se limita al trabajo desempeñado con ahínco en la CDHDF, razón más que suficiente para ser considerado para la CNDH, sino que se remonta mucho más atrás. Emilio es figura representativa pionera de una nueva generación de defensores y defensoras de los derechos humanos en México, que no fue contaminado por el poder y hoy se nos presenta congruente, cercano, dispuesto seguir trabajando codo con codo junto a la ciudadanía por construir una sociedad cada vez más justa y solidaria con quienes menos tienes o a quienes más se las ha quitado.
Sus orígenes son eclesiales y ecuménicos, y sus motivaciones siguen siendo tales. Heredero de aquella primera generación de organizaciones defensoras de los derechos humanos en México, nacida en los sesenta y setenta por inspiración del Concilio Vaticano II, asumió con fidelidad creativa la estafeta de manos de José Álvarez Icaza y Luz Longoria, fundadores del Centro Nacional de Comunicación Social (Cencos), organismo que presidió antes de ser nombrado consejero presidente del Instituto Electoral del Distrito Federal, y de ahí pasar a la CDHDF.
En su tránsito de la sociedad civil a los organismos públicos autónomos, nunca olvidó ser deudor de la primera y hoy aspira dar un paso más, con el apoyo de muchas y muchos, para empeñar toda su experiencia y capacidades en la difícil tarea de remontar a tierra libre y firme la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, organismo cuya identidad primera es ser de y estar al servicio de la ciudadanía, sobre todo la má vulnerable.
En un contexto de descomposición y crisis global, amenazado aún por la ineficacia y autoritarismo del Estado, así como por el insalvable deterioro de la clase política, somos interpelados e interpeladas a sumar esfuerzos ciudadanos, sociales y eclesiales, en una apuesta común que no sea una persona, sino un movimiento amplio, plural e incluyente por una defensoría del pueblo y desde el Pueblo en la CNDH.
Observatorio Eclesial
Quienes deseen respaldar la postulación de Emilio Álvarez Icaza a la Presidencia de la CNDH podrán hacer llegar sus cartas de postulación, a más tardar el día 7 de octubre, a Medellín 33, entre Puebla y Sinaloa, Col. Roma, CP 06700, México D.F.
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