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domingo, 1 de agosto de 2010

SME: la lucha debe continuar, ¡Ni un gramo de confianza en Calderón y la Segob!

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La madrugada del pasado viernes 23 de julio marcó la culminación de la huelga de hambre que sostenían por 90 días 14 trabajadores agremiados al Sindicato Mexicano de Electricistas (SME); para en ese momento en el caso de dos de ellos su salud ya se encontraba en un avanzado grado de deterioro que incluso su posible deceso se transformó en una cuestión de días o incluso horas.

El levantamiento de la huelga de hambre fue resultado de una minuta de acuerdos signada en los últimos minutos del día jueves entre el nuevo secretario de gobernación, Francisco Blake Mora, Javier Lozano, titular de la Secretaría del Trabajo y Martín Esparza, dirigente del SME.

Son tres los acuerdos que dicha minuta contiene, mismos que textualmente señalan lo siguiente de acuerdo su publicación en el portal de la Secretaría de Gobernación (Segob):

1. Se instala una mesa de diálogo de alto nivel entre la Secretaría de Gobernación, la Secretaría del Trabajo y Previsión Social y la representación del Sindicato Mexicano de Electricistas, la cual tendrá por objeto revisar y concretar alternativas de solución al conflicto derivado de la extinción del organismo público descentralizado Luz y Fuerza del Centro. La primera reunión se celebrará el próximo lunes en la Secretaría de Gobernación.

2. La representación del Sindicato Mexicano de Electricistas se compromete a instar a que concluya, a partir de este momento, la huelga de hambre que se realiza en el Zócalo de la Ciudad de México. Asimismo, a que los señores Cayetano Cabrera Esteva y Miguel Ángel Ibarra Jiménez, así como a todas las personas que participan en dicha expresión de protesta, sean ingresados voluntariamente a un centro hospitalario determinado por el Instituto Mexicano del Seguro Social, por el tiempo que sea necesario para restablecer íntegramente sus condiciones de salud. Durante el tiempo que dure dicho ingreso, el Instituto Mexicano del Seguro Social mantendrá informados a los familiares y a la representación del sindicato sobre la evolución del estado de salud de dichas personas.

3. La Secretaría de Gobernación velará por el cumplimiento de este acuerdo.

El contenido de dicha minuta sería ratificado por el propio Blake Mora por medio de un comunicado que él mismo leyó en conferencia de prensa el día viernes, horas después de que se levantó la huelga de hambre.

Ni en la minuta publicada por la Segob ni en el comunicado de prensa leído por el titular de dicha dependencia se señala ninguna clase de acuerdo al margen de levantar la huelga de hambre a cambio de instalar una mesa de negociación de “alto nivel”. Más allá de ello ni una sola palabra.

Nos obstante ello, de acuerdo al propio Martín Esparza, la razón que lo motivo a aceptar levantar la huelga de hambre fue el acuerdo verbal y la palabra empeñada de parte del Bleke Mora para otorgar la toma de nota y de esta manera reconocer legalmente a la actual dirigencia del SME. De acuerdo a Esparza, argumento que empleó frente a los agremiados del SME, la palabra empeñada y el acuerdo de instalar la mesa de negociación de “alto nivel” ya eran un avance que tendría que ser aceptado y por consecuencia levantar la huelga de hambre.

Si bien el escepticismo y la desconfianza reinó en los aminos de los electricistas, especialmente entre aquellos que se encontraban en huelga de hambre (Cayetano Cabrera, el electricista cuyo deterioro de salud era el mas grave de entre los ayunantes, insistió reiteradamente en que no levantaría la huelga hasta que se haya asegurado la recontratación de sus más de 40 mil compañeros) la dirección del SME logró que el acuerdo se aceptara.

Sin embargo, la desconfianza de los trabajadores fue correspondida pocas horas después por las declaraciones del titular de la Secretearía del Trabajo y Previsión Social (STPS) Javier Lozano, quien señalaría ante los medios informativos que no se habló y que quedó fuera de la discusión la eventual contratación colectiva o creación de una empresa o de la figura de patrón sustituto en la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Y sobre la toma de notas las cosas no están claras, pues, de acuerdo a las declaraciones de Javier Lozano, se trata de un trámite que tiene que ser revisado y en el que se tiene que ver que cubra los requisitos que establece la ley; es decir, en otras palabras, la toma de nota está en veremos.

Esa fue la respuesta a la pregunta de “¿O sea que ya vamos a regresar a trabajar?”, que horas antes externó un trabajador de cables subterráneos de Luz y Fuerza del Centro (LFC) durante la asamblea en la que Esparza dio a conocer los acuerdos firmados con la Segob.

Ni un gramo de confianza en Calderón

Es cierto que es un paso al frente el haber forzado a Calderón a aceptar una mesa de negociación, cuando por espacio de nueve meses la actitud del gobierno fue cerrazón total y categórica ante la idea de que el cierre de LFC era definitivo y no había absolutamente nada que negociar. Al parecer esta postura recibiría un punto final con la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) del pasado 5 de julio en la que ratificaba como constitucional el decreto de extinción de LFC emitido en octubre pasado por Calderón. Los burgueses, el presidente espurio y el secretario del trabajo, tras la acción de la SCJN se frotaron las manos, pensaron que ahora sí los electricistas ya no podían hacer nada, y se dieron jubilosos a la tarea de escribir el réquiem para el SME. Su confianza era tanta que incluso el 15 de julio por la madrugada trasladaron a elementos de la Policía Federal (PF) para amagar y hostilizar al campamento del SME en el Zócalo capitalino; con esa provocación Calderón y quien sería nombrado ese mismo día horas mas tarde como nuevo secretario de gobernación, Blake Mora, estaban mandando un mensaje de que lo que seguía era mano dura contra el SME.

Sin embargo súbitamente las cosas cambiaron: primero, la madrugada del 15 de julio se presentó como una nueva oportunidad para demostrar con contundencia el arraigo y las amplías simpatías con que cuenta aún el SME entre amplios sectores del movimiento obrero, pues ante la señal de alarma sobre un posible desalojo del campamento de los electricistas inmediatamente miles de trabajadores se trasladaron al Zócalo capitalino para defender a los ayunantes e impedir las acciones de la PF en caso de que fuera necesario; segundo, Calderón jamás pensó que los trabajadores en huelga de hambre estuvieran verdaderamente dispuestos a llevar hasta las últimas consecuencias su forma de protesta.

Siendo esto así, la fuerte posibilidad de un desenlace fatal por parte de alguno de los ayunantes y la firme respuesta demostrada por miles de trabajadores ante las provocaciones de la Policía Federal en la madrugada del día 15 de julio, se presentaron como elementos altamente inflamables que, en caso de combinarse, podrían tener consecuencias insospechadas; Calderón se enfrentó ante el potencial de una más que importante respuesta de las masas en las calles como protesta ante la muerte de un electricista producto de la huelga de hambre. Ante ese escenario la bravuconería con que arrancó Blake Mora su trabajo al frente de la Segob se transformó en docilidad, transformando en una prioridad de Estado la tarea de impedir a toda costa la muerte de algún ayunante, dejando de esta manera entrever nuevamente lo que ya ha sido evidenciado una y otra vez a lo largo del actual sexenio: la administración de Calderón es débil y en crisis. De hecho la destitución de Gómez Mont y el nombramiento de Blake Mora son producto de esa debilidad y esa crisis.

La respuesta de la clase obrera y la determinación de los electricistas ayunantes, mismos que expresan la voluntad de lucha de la base sindical del SME, modificaron el panorama y forzaron al Estado a abandonar su postura arrogante para ahora ofrecer negociaciones. Insistimos en que ese es un paso al frente digno se ser señalado, pero al mismo tiempo tenemos que decir que entre lo logrado el pasado 22 de julio y el triunfo del movimiento aún queda un trecho largo por caminar.

La mesa de “alto nivel” pactada con la Segob es una rendija que demuestra que el Estado puede ser obligado a negociar con los trabajadores, pero es solamente eso. Aun falta más y es necesario seguir luchando; la negociaciones en la Segob tienen que ser acompañadas de movilizaciones de masas en las calles. Más que por lo logrado, la importancia de los acuerdos firmados con la Segob el 22 de julio radica en que son un ejemplo que demuestra que una presión mas firme y mejor organizada por parte de los electricistas puede arrojar frutos más bondadosos que mesas de negociaciones, aunque sean de “alto nivel”, y palabras empeñadas. Por otra parte, abriendo un paréntesis, es necesario recordar que cualquier promesa de la burguesía y su gobierno, ya sea por escrito o verbalmente, si no tiene atrás de sí la presión adecuada de la clase obrera, se quedará en eso, en simplemente promesas.

Los trabajadores no podemos albergar ni la mas mínima confianza en la burguesía ni en su gobierno, ambos representan intereses ajenos a los de nuestra clase social y no dudarán un segundo en recargar sus rodilla sobre nosotros para obtener mas beneficios a costa de nuestro sudor y lagrimas. Incluso de lograrse la toma de nota, lo cual sería un paso al frente, a la postre ello significaría muy poco sino se logran avances en el terreno de la recontratación de los electricistas y el respeto pleno de sus derechos laborales y sindicales.

La mesa de alto nivel es una táctica dilatoria de Calderón que sólo pretende ganar tiempo y arrastrar la lucha del SME hacia un mayor desgaste y agotamiento. Es por ello que sin presión política en las calles, en el mejor de los casos lo único que hará Blake Mora es ofrecer nada más paliativos pero ninguna solución de fondo a la demanda más sentida por parte de los electricistas: la contratación colectiva.

Calderón puede ser derrotado

La lucha de los trabajadores agremiados al SME ha sido larga y muy dura; a lo largo de los últimos nueve meses los compañeros han tenido que enfrentar toda clase de adversidades y presiones para que cesen en sus acciones y terminen doblando las manos. Sin embargo esto no ha sido así, e incluso algunos de ellos han llevado su voluntad de lucha al grado de poner en riesgo su propia vida, tal como sucedió con la huelga de hambre.

De acuerdo a un informe del Gobierno del Distrito Federal, publicado por El Universal el pasado 16 de julio, desde que inició la lucha del SME tras el cierre de su fuente de trabajo, dicho gremio ya había desarrollado 859 movilizaciones en las que participaron cuando menos un millón de personas. Con esos argumentos, si de algo no ha quedado una sola sombra de duda a lo largo de estos tormentosos nueves meses ha sido el hecho de que los electricistas están totalmente decididos a recuperar sus derechos arrebatados por Calderón. La anterior, es decir la heroicidad y determinación de los sindicalistas de base del SME, es la plataforma en la que se tiene que apoyar la dirección de dicho gremio a la hora de impulsar las iniciativas de lucha y no otorgar ni la mínima confianza en el régimen ni en su “palabra empeñada”.

La contratación colectiva de los compañeros electricistas requiere un millonario desembolso de parte de las arcas públicas, mismo que Calderón no estará dispuesto a otorgar. De que existe dinero suficiente para cubrir esta demanda no queda la menor duda, el problema consiste en qué se emplea porque mientras a los electricistas se les niega el derecho al empleo argumentando que el gobierno no tiene los recursos suficientes, al mismo tiempo se destinan este año 232 mil 910 millones de pesos de gasto público para el pago de la deuda del gobierno, incluido el IPAB. Es decir Calderón no tiene dinero para las demandas de los trabajadores, pero sí le sobra para dárselo a puños llenos a un grupúsculo de banqueros y empresarios parasitarios.

La única manera de que cumpla Calderón será obligándolo por medio de acciones de masas que hagan sentir quien es quién en la sociedad. Sólo arrebatándole al gobierno los recursos necesarios por medio de la fuerza organizada de la clase trabajadora movilizándose en las calles y haciendo huelgas, es como se lograra la recontratación de los compañeros del SME e incluso la reapertura de la propia LFC.

El 16 de julio, como respuesta al dictamen de la SCJN ratificando la supuesta legalidad del decreto de extinción de LFC, el SME junto con la Asamblea Nacional de Resistencia Popular, acordó un plan de acción que definió como principal medida la convocatoria y la organización de una huelga general para el 29 de septiembre, mismo día en que está convocado un acto similar en España. Para derrotar a Calderón es necesario mantener ese plan de acción, pero incluso profundizarlo. Es necesario impulsar un programa de lucha que unifique a toda la clase trabajadora, en el que además de la defensa de los compañeros del SME se planteen demandas de empleo y salario dignos para todos, el derecho a la educación y a la salud pública, por programas públicos de apoyo al campesinado pobre y las producción agrícola, etcétera.

Del mismo modo también es importante organizar brigadas que intervengan en los parques industriales llamando a los obreros a organizar comités de huelga. Para el éxito de una huelga general es indispensable la participación de la clase obrera industrial, razón por la cual se tiene que hacer una especial inversión de brigadeo y organización de asambleas para integrar a este importantísimo sector de la clase trabajadora a la lucha.

Respecto a la poca participación de los sindicatos de la UNT en la lucha del SME y ante la indiferencia de los dirigentes de dicha central de trabajadores, es importante también lanzar una intensa labor de brigadeo y agitación hacia la base de esos sindicatos de tal manera que la presión desde abajo obligue a la dirección a reaccionar. Los dirigentes del SME tienen que hacer reiterados llamados públicos al conjunto de la clase trabajadora y en especial a la organizada en la UNT a unirse a la lucha.

Ese plan de acción debe ser adoptado por López Obrador, el PRD y el PT, para integrarse con energía y sin titubeos a la lucha en defensa del SME.

No se puede decir que no haya un ambiente propicio para luchar, el acto masivo que el domingo 25 de julio abarrotó el Zócalo capitalino y calles aledañas con aproximadamente 500 mil personas a convocatoria de López Obrador, demostró qué tan dispuestas están las masas para luchar y transformar su realidad. En esta clase de demostraciones es en las que debemos confiar para actuar y no en la “palabra empeñada” del gobierno. Lo que hace falta para derrotar a Calderón es mayor organización y un programa que unifique a la clase trabajadora y el resto de sectores oprimidos del país, rompiendo el asilamiento para golpear todos juntos el mismo día y a la misma hora.

El ataque contra el SME, y ahora esta nueva burla que pretende el gobierno por medio de la “palabra empeñada” y la mesa de “alto nivel”, no son mas que ratificación de que el Estado representa los intereses de la burguesía. Hoy es el SME junto a los mineros de Cananea y mañana será otro sector de la clase trabajadora o el conjunto de ésta si es que pretenden ir a fondo en la contrarreforma laboral. Por consecuencia inevitablemente la lucha por la defensa de nuestros intereses y para evitar que nos sigan aplastando, pasa por derrocar al gobierno burgués, en estos momentos representado por Calderón, y expropiar a los capitalistas. Luchar por el socialismo es la única garantí para erradicar la pesadilla de la propiedad privada capitalista.

Fecha: 27 de julio del 2010


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Militante, Voz marxista de los trabajadores y la juventud
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