Enfrentamiento en la sierra; se habla de 15 guerrilleros y un soldado muertos
Israel Flores
Ciudad Altamirano
Autoridades locales recibieron el reporte de un enfrentamiento en la sierra de Coyuca de Catalán entre militares y gente armada, presuntamente vinculada con el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI).
Del resultado, fuentes oficiales señalan que hubo 15 civiles muertos y un militar.
Hasta la media noche no había llegado más información ni las víctimas a las agencias del Ministerio Público localizadas en la Tierra Caliente.
Según el reporte, los hechos ocurrieron cerca de Vallecitos de Zaragoza, en las colindancias de los municipios de Coyuca de Catalán y José Azueta, la tarde del sábado.
En esa zona se ha mantenido un grupo militar en los últimos días, que ingresó por el lado de Petatlán el martes a las comunidades de Las Ollas y Las Palancas, presuntamente para buscar a una columna guerrillera del ERPI que encabeza Omar Guerrero Solís, el comandante Ramiro.
Representantes de organizaciones civiles de derechos humanos y de la Comisión estatal acudieron a esas comunidades, a las que llegaron el sábado cerca de las 2 de la tarde, y constataron la fuerte presencia militar en esa área, con unos 500 efectivos, que iban de retirada cuando la misión de defensores entraba al área que estuvo cuatro días sitiada por las tropas.
Informes extraoficiales señalaron anoche que aun no se decidía cuál sería la ruta para bajar los cuerpos, sin embargo el recorrido sería de más de 8 horas, hasta llegar a la carretera federal.
Sitian 500 militares cuatro días dos pueblos de la sierra para buscar a Ramiro del ERPI
Jesús Saavedra
Puerto de Las Ollas / Coyuca de Catalán
Unos 500 efectivos militares mantuvieron sitiadas por cuatro días las comunidades de Puerto de Las Ollas y Las Palancas, municipio de Coyuca de Catalán, en donde torturaron a dos personas, robaron comida, maltrataron a las mujeres y a los niños, y pretendieron sembrar en las casas ropa militar, semilla de amapola y armas.
La operación militar, que comenzo el martes y tenía el objetivo de capturar a la columna guerrillera que encabeza Omar Guerrero Solís, el comandante Ramiro del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI), de acuerdo con la denuncia que hicieron los vecinos afectados a organismos civiles de derechos humanos que los visitaron el sábado.
La habitual calma de este poblado enclavado en la mesa del macizo de la Sierra Madre del Sur, en las colindancias de los municipios de Coyuca de Catalán y Petatlán, se vio perturbada al mediodía del martes cuando un convoy militar ingresó a toda velocidad por la brecha de terracería al grito de “¡Viva Rogaciano!”; los gritos de los soldados se referían a Rogaciano Alba Álvarez, viejo cacique priísta de Petatlán, ex alcalde, ex presidente de la Unión Ganadera de Guerrero por más de 15 años, y a quien autoridades federeles vinculan con el cártel del narcotráfico que encabeza Joaquín El Chapo Guzmán.
La irrupción violenta de los soldados provocó minutos de angustia, de miedo, de llanto en Puerto de Las Ollas, una comunidad de una docena de humildes viviendas de madera en donde habitan familias serranas que se dedican a la siembra de autoconsumo y que se oponen sistemáticamente a explotar la riqueza natural de madera que les rodea y que les ha traído problemas con “los civiles armados que a fuerza quieren que explotemos el bosque”, dice Angélica.
Los primeros soldados que llegaron a este poblado provenían del Cuarto Grupo de Morteros destacamentados en Zacatula, municipio de La Unión, quienes buscaban a “los secuestradores, los asesinos esos que encabeza Ramiro, en dónde está, porqué lo protegen”, gritaban furiosos los militares a una docena de mujeres con sus hijos que miraban temerosas esa acción inesperada el mediodía del martes.
A pesar de que no hay información oficial de esta operación, se deduce que los efectivos del Ejército buscaban a una columna guerrillera que encabeza Omar Guerrero Solís, el comandante Ramiro, del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI) y que el domingo 31 de mayo ofreció una conferencia en “algún lugar de la sierra”.
La entrevista se publicó en medios de Guerrero y de la ciudad de México, y en el programa Punto de Partida que dirige Denis Maerker en el canal 2 de Televisa el martes 2 de junio por la noche.
En la información que se proyectó en ese espacio de Televisa, Ramiro denunciaba la “complicidad” de autoridades del estado y del Ejército con Rogaciano Alba Álvarez a quien acusó de tener un grupo civil paramilitar para aniquilar a campesinos que se oponían a la siembra de drogas o a la tala de montes en la sierra de Petatlán.
De igual forma el jefe guerrillero advirtió que el ERPI estaba preparado “militarmente” para responder a un ataque de las fuerzas armadas o de esos grupos paramilitares y descartaba la vía electoral para cambiar las condiciones políticas y sociales del país.
Exactamente una semana después de que se transmitió esa información en Televisa, los soldados irrumpieron en Puerto de Las Ollas en donde suponían que había sido la entrevista con Ramiro y que sus pobladores estaban coludidos o daban protección a “los asaltantes, a los asesinos”, calificativos que eran utilizados en la época de la guerra sucia contra los guerrilleros.
Los abusos cometidos en la irrupción de los militares fueron denunciados por los vecinos por medio de organizaciones civiles, y publicados en El Sur, y por ello este sábado defensors de los derechos humanos y reporteros acudieron a ese lugar para verificar las denuncias de abusos de efectivos militares.
A este recorrido en donde se levantaron esas denuncias acudieron los coordinadores de la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos (Codehum) de Tierra Caliente, Rubén Román Bahena; de Costa Grande, Ramón Navarrete Magdaleno; el médico de la Codehum, Leonidas Mancilla Calvo; el abogado Juan Castro Castro del Centro de Derechos Humanos de La Montaña Tlachinollan; Manuel Olivares Hernández del Centro de Derechos Humanos de Chilapa José María Morelos y Pavón; Virginio Vázquez del Consejo Ciudadano de Chilapa; Raymundo Díaz del Colectivo Contra la Tortura y la Impunidad (Ccti) y Javier Monroy del Taller de Desarrollo Comunitario (Tadeco).
Militares torturan, roban y
disparan
Los testimonios recabados en esta población son de madres de familia e hijos, quienes narraron los momentos difíciles que vivieron desde el martes al sábado cuando los militares colocaron en estado de sitio el lugar donde viven, hasta para ir al baño los vigilaban, ejemplifican en sus relatos.
De acuerdo con esas denuncias, el martes al mediodía llegaron unos 60 soldados a bordo de tres camionetas artilladas y se dirigieron a la tienda comunitaria de Las Ollas en donde vieron que un joven estaba afuera tomando un refresco con un rifle; el joven al ver que llegaron de forma violenta huyó al monte y dejó el arma que utiliza para cazar; los testimonios indican que los soldados catearon la tienda comunitaria y dispararon al aire el rifle calibre .22, para “justificar” disparos de los civiles hacia ellos y responder con disparos al aire.
Los soldados se dirigieron a la cancha en donde decomisaron una cuatrimoto que llevaba pacas de láminas de cartón, para una vivienda que los varones mayores de edad estaban construyendo en conjunto para una familia, y que huyeron al oír las detonaciones de las armas de los militares; por radio los soldados ya habían pedido “refuerzos” pues decían que habían sido atacados por los civiles.
Después de la irrupción en este poblado, los soldados detuvieron a un joven de 14 años y a otro varón de 33 años que está enfermo debido a un derrame cerebral del que pudo salir vivo.
Los soldados se retiraron de la comunidad el sábado antes de las 2 de la tarde, viajaban a bordo de 12 vehículos Humvee, seis camionetas de redilas y una camioneta artillada, donde viajaba el comandante a cargo de la operación.
Cinco kilómetros antes de llegar a Las Ollas, los militares se encontraron con el convoy de cinco camionetas donde viajaban reporteros y los representantes de organismos civiles de defensa de los derechos humanos; visiblemente alterados y sonriendo irónicamente sólo preguntaron a dónde viajaba ese convoy.
“A Las Ollas”, respondimos desde las camionetas, “ah, ustedes son esos de derechos humanos, ja, sigan su camino”, dijo un soldado que se bajó de la camioneta que iba en la punta de la columna militar y empezaron a grabar desde sus unidades a los que viajaban hacia esa comunidad. Ni una explicación oficial de ese operativo militar de cuatro días.
Y es que desde el jueves, representantes del Ccti intentaron llegar a esa comunidad para verificar las denuncias de atropellos, pero un retén militar, instalado kilómetros antes de llegar a la comunidad lo impedía, hasta el sábado que abandonaron el campamento y se retiraron a sus cuarteles.
Si los van a quebrar a mí
también, dijo doña Amanda
Doña Amanda, una señora de más de 60 años, fue la primera en dar su testimonio de lo que sucedió en esos cuatro días de sitio a la comunidad donde vive con su esposo e hijas, “los militares llegaron en tres comandos, llegaron al mediodía del martes, llegaron tirando balazos a la comunidad y no sabíamos porqué esa actitud; desde que salieron de la curva gritando como locos dijimos ‘éstos traen algo malo’, porque llegaron matándose en sus carros, en cuanto llegaron se escuchó la balacera, la gritadera y los niños llore y llore, a correr todo mundo”.
Explicó que los militares decían que andaban buscando a los “asaltantes, a los secuestradores, a los asesinos, que les dijéramos en dónde estaban, que nosotros sabíamos dónde estaban esos que matan gente”.
Indicó que su nieto y su hijo estaban con ellas cuando llegaron los militares, “les pedimos que trajéramos la cuatrimoto que se había quedado en el camino y que los militares estaban maltratando y cuando regresaban los militares los vieron y ese fue el delito; los tuvieron golpeando como tres horas y los amenazaron que si decían, que otra vez que vinieran los iban a quebrar”..
“A mí me dijeron que si decíamos la verdad a los de derechos humanos o los reporteros, que me iban a quebrar y les dije que qué esperaban que de una vez, que me quebraran, si eso era lo que andaban buscando, pues que se dieran gusto”, dijo doña Amanda.
A su nieto Omar García Ávila de 14 años lo torturaron, “se lo llevaron, lo subieron a una camioneta, le taparon la cara con una camisa gruesa y le apretaban la camisa (para asfixiarlo), les decía que se detuvieran porque se estaba ahogando, le dieron de golpes con las palmas abiertas en los oídos, le picaban con un cuchillo la espalda, le dieron toques eléctricos desde una camioneta, le dieron patadas en la nuca y en el estómago. Mi hijo está enfermo de un derrame cerebral, César Ávila Ávila de 33 años, lo tenían en la cancha donde juegan los niños”.
“No detuvieron a nadie, sólo se llevaron para torturar a mi hijo y a mi nieto; se enojaron porque los hombres escaparon y cómo no iban a escapar si llegaron echando balazos y querían que entregáramos a nuestros esposos que huyeron para el monte”.
Dijo que nadie respondió con fuego a los militares, “nos decían que nuestros maridos eran unos rajados, que porqué corrían y les dijimos que no tenían porqué pelear. Saquearon las casas, se llevaron la leche de los niños, se llevaron ropa, la ropa interior de las mujeres, las toallas femeninas, se burlaban con esas prendas y diciendo disparates”.
Dijo que fue “suerte que todos los hombres mayores estaban trabajando en la construcción de una casa para habitarla y cuando oyeron los balazos de los militares huyeron para el monte y los fueron siguiendo, les dispararon”.
A partir del martes por la noche empezaron a llegar los “refuerzos” de Atoyac y de Lázaro Cárdenas, en total contabilizó la población unos 500 soldados que establecieron su base de operaciones en la cancha de tierra que tienen en Las Ollas; miércoles, jueves y viernes, montaron operaciones en la zona serrana aledaña a esa población en busca de los adultos que huyeron y de los “asesinos”, apoyados vía aérea con helicópteros artillados.
Centro Independiente de Informacion Nacional
lunes, 15 de junio de 2009
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