Centro Independiente de Informacion Nacional

domingo, 14 de febrero de 2010

Un Socialismo tan original como el pueblo latinoamericano

Nuestro Proyecto Socialista, en definitiva, tiene que beber de las realidades, las posibilidades y capacidad de los pueblos latinoamericanos, de sus múltiples expresiones culturales que convocan a la creatividad, la alegría y la solidaridad: donde el hombre desarrolle a plenitud sus facultades y motivaciones: que encauce y potencie el aporte sabio de lo grandes líderes de la emancipación como Bolívar, Martí, Sandino, Mariátegui, el Ché, Camilo y Fidel. Donde el marxismo recree su dinámica y vitalidad, a partir de inventariar las nuevas realidades y posibilidades. Estamos convencidos de que la Revolución Latinoamericana contribuirá significativamente a despejar la telaraña de dogmatismo y esquematismo con que se ha cubierto al marxismo. Porque éste es vida, movimiento. transformación. Creatividad, humanismo, des-alienación, libertad y ello está en armonía con los más amados intereses de nuestros pueblos.

Estamos convencidos de que el socialismo es una prolongada fase de transición histórica de la humanidad. Su construcción nunca será lineal porque la vida misma tampoco sigue este camino. La lucha de clases cobra allí magnitudes a veces insospechadas y nada está asegurado de una manera natural. Sólo el entusiasmo, la conciencia y la creatividad de las masas, fundidas en un proyecto global y radical de transformación, pueden garantizar la continuidad y profundización de la alternativa socialista donde el Poder Popular se constituye en el signo que delinea y copa todos los aspectos de la Nueva Sociedad y va negando la existencia del mismo Estado. Estado revolucionario que se hace imprescindible y crucial en un buen trecho de la construcción alternativa pero que se va tornando innecesario y fugaz en los albores de la sociedad sin clases, es decir, en las postrimerías del mismo socialismo. Deslindamos, pues, campos con aquella concepción que confunde socialismo con estatismo y que, en nombre de los trabajadores, reproduce una nueva enajenación donde el Estado termina por separarse nuevamente de la sociedad y reedita los mecanismos de la dominación que le son propios.

Pero también nos apartamos de aquella concepción que niega la necesidad de todo tipo de Estado. incluso de aquel que es capaz de fundirse con los intereses del conjunto de la nueva sociedad y que sumerge a los pueblos en la mas completa anarquía y libertinaje. Creemos y luchamos por un nuevo Estado, el anti imperialista; donde la insurrección comunera se renueva en la definitiva emancipación social: donde las luchas cimarronas del ayer se articulan con las ansias de libertad de las actuales generaciones de negros; donde la altiva resistencia indígena encuentra un canal definitivo de autonomía, soberanía y plena identidad cultural; donde los campesinos con tierra, o sin tierra, levantan mil surcos de esperanza y progreso: donde nuestras mujeres conquistan su plena redención social y económica, libres de toda discriminación e imposición; donde nuestros jóvenes se recrean en la aventura colectiva de crear su propia libertad; donde nuestros ancianos se alegran con el despertar de cada mañana de realizaciones; donde los pequeños propietarios aportan su obra en la construcción del nuevo tejido económico; donde los intelectuales abonan el jardín fértil del conocimiento social; donde los artistas llenan de colorido, de amor y de poesía la nueva cotidianidad; donde los niños ríen, juegan y pueden dejar volar al fin su imaginación; donde los obreros construyen su verdadera autoridad moral, intelectual y política sobre el conjunto de la nueva sociedad. Un nuevo Poder, una nueva sociedad... Un socialismo tan grande y original como un pueblo ejerciendo su propio poder y construyendo una sociedad alternativa.

Nuestro socialismo tiene que levantar muy alto una de sus banderas más caras, la de la democracia. Una democracia donde se recreen las propuestas y las opiniones de los distintos sectores y agrupamientos que integran el Bloque Popular Revolucionario. Una democracia que no sea un simple enunciado formal sino el contenido mismo de las nuevas relaciones de poder. de las nuevas relaciones sociales y de la nueva cotidianidad que construyen los hombres libres de toda opresión y de toda explotación; una democracia que no sea una vaga abstracción sino la concreción de las diversas motivaciones, aspiraciones e intereses de todas las fuerzas que se han comprometido con la revolución; una democracia ejercida por el pueblo en bien propio y de nadie más; donde la soberanía popular, la autodeterminación Nacional y un desarrollo socio- económico independiente y alternativo estén fundidos en un sólo haz de propósitos y realizaciones.

Una democracia que dimensione todas las manifestaciones de libertad, la dignidad y la justicia social; donde la socialización del conocimiento toque todos los requerimientos de un pueblo que construye su propia des-alienación.

CUAL FIN DE LA HISTORIA...

Porque no creemos en la oscuridad eterna de la noche; y nos seduce el despertar alegre y multicolor de una mañana tropical y libertaria. Porque no creemos en ese final aciago de la historia que predican los actores de la deshumanización. Porque nos duelen las miserias impuestas a nuestros pueblos. Porque nos conmueve el llanto de los niños prisioneros en el desamor y la marginalidad. Porque nos da rabia la desventura y la desprotección de nuestros ancianos atrapados por la mendicidad y la ilusión de un pasado remoto. Porque nos hace vibrar la esperanza y la descomposición de nuestros jóvenes castrados en su imaginación y ansias de libertad... Porque lacera la discriminación y el yugo implacable que se cierne sobre nuestras mujeres...

No podemos aceptar que el destino de millones de hombres y mujeres estén marcados por el signo de la mercantilización. El egoísmo y el frío cálculo monetario no pueden regir para siempre la convivencia entre los seres humanos. No podemos resignarnos ante la crueldad de un sistema que reduce la condición humana a una vulgar baraja de mercado. El hambre, el desempleo y la miseria absoluta no pueden ser la suerte de un pueblo que produce tanta riqueza para otros. Es este y no otro, el “paraíso” que el capital impone a nuestros pueblos. Todo el es una orgía sin descanso que se alimenta de la sangre de los desvalidos y los sume en una larga pesadilla de muerte: trabajo muerto devorando trabajo vivo; máquinas ensamblando hombres que ya no son hombres; millones de desempleados deambulando las calles en busca de un trabajo esquivo y azaroso; huestes de mendigos que se revuelcan en los basurales de la gran ciudad; familias atocigadas en cordones de tugurios interminables, donde el capital levanta su mejor altar a la miseria humana: mujeres sin esperanzas que transitan por las avenidas de la prostitución y el alcoholismo: jóvenes que se escapan de una vida miserable para caer en las redes de una muerte segura, en medio de la zozobra de una drogadicción exterminadora.

Este, y no otro, es el inventario de “bondades” que el gran capital le depara a nuestros pueblos: una nación a la que se le ha impedido trasegar por el camino de su autodeterminación; unos recursos que son saqueados por la voracidad del centro imperial. Una deuda externa que se engulle todas las energías de nuestras gentes. Un estado puesto al servicio de los intereses del gran capital internacional. Una burguesía hincada ante los mandatos multinacionales. Y todo ello a consta de multiplicar las calamidades de nuestro pueblo; de burlar los más elementales derechos de la dignidad humana.

Si quisiéramos resumir las “bondades” que el capitalismo le impone a las mayorías nacionales, tendríamos que escribir: hambre, miseria, desempleo, descomposición, marginalidad, sobreexplotación, opresión, exclusión, dependencia. despojo, saqueo, enfermedad, analfabetismo, corrupción. impunidad, represión, guerra sucia, ametrallamientos, bombardeos, desapariciones, cárcel. tortura, clientelismo. burocratismo, autoritarismo, discriminación étnica, racismo, intolerancia, atraso, subdesarrollo, alto costo de vida, inflación. inestabilidad laboral, salarios de hambre, inseguridad social. Todos ellos son los sustantivos que compendian la miseria humana:
la que se vive en una cotidianidad de angustia y terror. Y si todo este pantano de exterminio de la condición humana constituye el “fin de la historia”, nosotros nos levantamos para gritar: ¡¡si. es el fin..., pero de la prehistoria!!
El capital no puede bloquear la marcha de la historia porque ni siquiera ha nacido con ella. Sólo los pueblo insurrectos podrán construir la verdadera historia; la de la des-alienación de la condición humana; la de su liberación total... Hemos nacido de la entraña popular para ayudar a forjar otro destino, una alternativa de vida y no de muerte. Y nuestro proyecto de vida no puede ser otro sino el socialismo; y desde ya le estamos apostando a su construcción. porque sabemos que el futuro no puede ser una tentación incierta sino un proceso actuante de aspiraciones. inspiraciones y realizaciones.

SOCIALISMO CON PODER POPULAR.

No pretendemos dejarnos aprisionar por la fatalidad de un determinismo histórico que
Niega la capacidad transformadora de los pueblos: ni tampoco queremos volar en las redes de un voluntarismo febril, que se desentiende del más elemental realismo histórico.
Nuestro proyecto de vida está enclavado en la misma realidad de nuestras gentes: en sus luchas centenarias, en sus aspiraciones colectivas, en sus sueños fecundados. Porque no queremos un socialismo ajeno a nuestro pueblo, a su idiosincracia, a sus ansias de protagonismo.

Nuestro proyecto socialista tiene que ser la expresión concentrada del ejercicio del poder popular: donde las luchas bolivarianas renacen en la actual gesta que encarna los más variados intereses populares. y de donde la nueva sociedad de productores libres van asumiendo las funciones que les han sido propia a aquel.
Le estamos apostando también a ese socialismo propio que saque a nuestra nación del atraso y de la dependencia. Pero desde ya queremos deslindar campos con aquella concepción y práctica que reduce el socialismo al más craso economicismo y posterga las grandes transformaciones políticas, ideológicas y culturales para un futuro incierto, cuando las fuerzas productivas materiales hayan alcanzado su pleno desarrollo. No creemos en esta alternativa evolucionista y estampista pero tampoco nos identificamos con aquellas concepciones que se desentienden del progreso material de una revolución y abren todas las compuertas de una aparente transformación política e ideológica. en medio de la mayor penuria económica y material de las masas. Nuestro compromiso es con una revolución integral que cope todos los espacios y sin detrimento de los énfasis que haya que hacer en determinados aspectos y actividades. Todo lo enmarcado en un proceso de totalidad. donde reconozcamos nuestras tendencias y habilidades pero donde nos atrevemos a diseñar y a imaginar e inventar las nuevas realidades: donde los hombres se reconocen a sí mismo como constructores e historia y como transformadores de sí mismos y de las circunstancias que constituyen su entorno material.
La autogestión como concepción integral de construcción de la nueva vida constituye una de las claves del ejercicio del poder popular. Sin negar la necesidad importancia de los distintos mecanismos y políticas de centralización de que se deben dotar la revolución y el socialismo, consideramos que ello sólo tiene su razón de ser en la medida que están antecedidos y atravesados por la democracia directa de las masas. Sólo un pueblo que gestiona y proyecta su propia vida es un pueblo que construye su propia libertad y ello no atenta para nada contra el papel de los revolucionarios de vanguardia. Por el contrario, lo dimensiona y complejiza. colocándolo en el terreno que le es propio, el del ejercicio, en vivo y en directo, de la condición política e ideológica, el de la cotidianidad de las masas, donde se puede construir la verdadera autoridad intelectual, política y moral: donde el nuevo consenso es producto de un tenaz trabajo de persuación y sin menoscabo le los instrumentos de coerción
Comprendemos que el socialismo en América Latina constituye un manantial inagotable de riquezas y de aspiración. Sólo nuestros pueblos podrán encarnar los sueños de Bolívar y el Che: la construcción de la gran patria latinoamericana. Y esa gran patria libre y soberana sólo es posible trasegando la senda del socialismo. La integración latinoamericana y caribeña, la de sus grandes riquezas y sueños libertarios, sólo encuentra su a realización en el cauce de
la autodeterminación. Socialismo y autodeterminación. dos grandes tareas históricas, y una misma estrategia de realización la del poder popular, la de la soberanía popular. la democracia popular.
Colocamos nuestras ideas, nuestros hombres y nuestras armas en aras de este propósito ineludible, el de la autoconstrucción del poder popular. Es aquí donde se realza el socialismo que queremos construir un socialismo tan grande y anchuroso como las masas ejerciendo su propio poder, construyendo su propio desarrollo económico, social, edificando su nueva cotidianidad. Y sólo la revolución nos permite sintonizar estos ideales con las tendencias objetivas de la realidad y por ello concluimos con el Che: “revolución socialista o caricatura de revolución”, que toda revolución debe construir para defender las conquistas populares.

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