Carta de Adhesión de la Asamblea General Permanente del FNCR a la Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia
En casi todas las regiones del mundo hemos visto el evento más terrible: humanos matando humanos. Las técnicas para destruir y matar son hoy tan sofisticadas que, según los expertos, con el arsenal nuclear actual se podría destruir varias veces el planeta tierra. Los recursos que se destinan anualmente para tales propósitos son tan elevados que no caben en la imaginación de la gente común.
Siempre detrás de cada guerra se esconden la ambición y el engaño de quienes se sustentan, por lo general de manera ilegítima, como representantes de sus pueblos, y aprovechan la nobleza y la ignorancia de la gente para satisfacer sus más desmedidas ambiciones y terribles locuras.
Constantemente, hombres y mujeres de diferentes países son convocados y enviados a otras tierras para matar y ser matados, defendiendo una supuesta patria, ese término tan abstracto y complejo que busca dar identidad y exigir obediencia de sus más nobles (en realidad miserables), mal llamados hijos. Otros esperan al “enemigo” en sus tierras para defender del invasor aquello que sus élites no estuvieron dispuestas a negociar. Otros, sin alternativa sólo defienden lo suyo: la tierra, el agua, y otros elementos que les dan identidad y vida. Si hay en la guerra algo de decoro y dignidad, lo encontraremos en este último grupo.
La búsqueda de la paz es un fenómeno que supera la territorialidad y la nacionalidad, y aunque toda escala es fundamental, como todos los cambios globales serán imprescindibles las conquistas locales.
La guerra no sólo se da entre pueblos, o entre naciones, muchas veces los peores sucesos se manifiestan al interior de los países. De manera silenciosa el Estado se convierte en enemigo de su propio pueblo, para salvaguardar intereses propios de los gobernantes, o imposiciones imperiales de otras naciones.
Por poner un ejemplo, el Estado mexicano se ha distinguido por una política exterior pacífica y respetuosa, que generalmente busca la cordialidad entre las naciones, y la buena solución de conflictos. Así lo ha promovido en instancias internacionales como la Organización de las Naciones Unidas. Sin embargo, en su política interior, México cuenta historias muy distantes a esa imagen pacífica y progresista que irradia hacia el exterior.
En el Frente Nacional Contra la Represión reconocemos al Estado mexicano como una entidad que ha violentado la felicidad y la vida de muchos hombres y mujeres de todas las edades, y ha prostituido sus instituciones, y acrecentado el poder para unos cuantos, siempre en detrimento del bienestar de otros.
Desde hace más de cuatro décadas la violencia y el terrorismo de Estado han caracterizado a los gobiernos mexicanos. Por lo menos desde 1968, quienes han querido abrir los ojos, han podido ver la persecución política y la criminalización de la lucha social como algunos de los principales rasgos que se repiten sexenio tras sexenio. Las prácticas más degradantes se han llevado a cabo por las más “superiores” órdenes en las instituciones mexicanas: la desaparición forzada, la tortura, el asesinato, por mencionar las principales, casi siempre en contra de los luchadores sociales, de los defensores de los derechos humanos, y de los comunicadores “incómodos”.
En los últimos meses distinguimos cómo la represión y el terrorismo del estado mexicano han superado su ámbito de acción. Con ilegalidad se ha venido desarrollando un confuso “combate” al crimen organizado, imperando el miedo, gran incertidumbre, y condiciones y saldos propios de regiones en las que se vive la guerra de manera abierta. A pesar de que la desinformación y el manipuleo mediático han buscado sostenerlo ante la opinión pública, cada vez más evidente es la inefectividad, y más cuestionados los propósitos de esa “lucha”.
Tan solo en 2007 el gasto del ejército y la armada se incrementaron 495 y 355 % respectivamente, con relación al presupuesto original previsto para ese año. A esto han sucedido otros beneficios justificados a partir de sus encomiendas de “combatir al narcotráfico y garantizar la soberanía nacional”.
Sin embargo, una realidad constante en medio de este caos es que las fuerzas del Estado han sido autoras de incontables atropellos a los derechos humanos y la propiedad, y en muchas ocasiones se ha podido observar cómo éstas coexisten de manera cómplice con grupos paramilitares, fenómeno que dicho sea de paso, se ha incrementado considerablemente en los últimos meses. Todo esto es doblemente preocupante pues muchas de las víctimas de esta “guerra” al crimen organizado son personas, si se vale decirlo así, que nada deben.
La crisis y la simulación gubernamental al respecto hacen de la lucha social no sólo un efecto lógico, sino una condición necesaria en la búsqueda del bienestar del pueblo mexicano. El desplome de la economía, la pérdida acelerada de los ya de por sí insuficientes empleos, y el alza paulatina de las mercancías, aún de las más básicas para la subsistencia humana, un precario poder adquisitivo nunca antes visto, son apenas algunas de las condiciones que se magnifican día con día. Para ello también es que la mano dura está en las calles con agentes expertos en sembrar pruebas de cualquier delito, y en los congresos legitimando un estado de excepción y criminalizando a la lucha social en reformas jurídicas, y en los juzgados jueces capaces de dar algunos años de pena a los más terribles delincuentes, y verdaderas cadenas perpetuas a hombres que defienden sus tierras.
Desde el Frente Nacional Contra la Represión luchamos y creemos en la paz, mas no como una concesión o imposición de los gobiernos, ni como un llamado de buenas voluntades ciegas, incapaces de reconocer en la paz la justicia, y en la justicia la dignidad.
Por ello para nosotros, la búsqueda de la paz obliga a verdaderos ejercicios de justicia, y no puede ser aislada de las demandas sociales más elementales, el reconocimiento a la diversidad, y verdaderas condiciones para la prosperidad con equidad en cada rincón del país. Para ello debe existir una base fundamental que es el derecho a luchar, y ello implica entender la democracia como un universo mucho más complejo que demanda políticas, estructuras, y relaciones más ambiciosas de las que se han venido desempeñando en los viciados y simulados sistemas electorales y de representación popular.
En este sentido, los primeros y fundamentales pasos son la presentación con vida de todos los desaparecidos políticos, la libertad de todos los presos políticos, y el cese a estas y otras prácticas de lesa humanidad. Para ello proponemos y promovemos la aprobación y promulgación inmediata de una Ley de Amnistía, que ha sido producto del conceso entre especialistas y organizaciones sociales.
Propiciar la paz no significa olvidar ni perdonar a quienes han golpeado a los pueblos, es creando las condiciones para la justicia como podremos contribuir de manera decorosa a acariciar ese estado, y obligados estamos a revisar y redimensionar las relaciones entre todas las estructuras de la humanidad.
Por eso, mientras en Australia conmemorando el nacimiento del grande Mohandas Karamchand Gandhi, iniciará esta próxima Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia, nosotros desde México la esperaremos y haremos nuestra, pero desde otra marcha que venimos haciendo desde hace 40 años en la cual una vez más gritaremos “2 de octubre no se olvida”, en conmemoración a la masacre aún impune que cometió el estado mexicano en 1968 contra cientos de hombres y mujeres, en su mayoría estudiantes, mientras se manifestaban pacíficamente.
Así pues, como muchas organizaciones y personas de todo el mundo, esperamos ser millones, ojala y lleguemos a ser todos, desde el Frente Nacional Contra la Represión nos sumamos a esta convocatoria, que proyecta la más grande marcha nunca vista en pro de una condición elemental para la sobrevivencia humana y del planeta: la paz.
Reciban pues nuestro saludo fraterno todos los hombres y mujeres nobles del mundo que marcharán por la paz y la no violencia, y con él la adhesión del Frente Nacional Contra la Represión.
¡Presos Políticos Libertad!
¡Vivos los llevaron, Vivos los queremos!
Asamblea General Permanente del Frente Nacional Contra la Represión
México D.F., a 17 de marzo de 2008
Centro Independiente de Informacion Nacional
martes, 17 de marzo de 2009
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario