La agresión a la familia de V. H. Cárdenas
“Al igual que en anteriores ocasiones, el gobierno empuja a los indios que hagan las tareas sucias”
Gentiliza “Periódico Pukara”
Se dice que en Bolivia, por los años de la segunda década del siglo pasado, el presidente Bautista Saavedra enviaba frecuentes cartas a sus esbirros pidiendo se le enviaran ovejas de Achacachi. No se refería en esas notas a los ovinos cuadrúpedos, si no que era un mensaje en clave para que se le despachara rápidamente sayones. Estos eran comunarios y pueblerinos aymaras, utilizados para amedrentar a sus enemigos y, dado el caso, agredirlos y aporrearlos. Sin embargo, el mismo Bautista Saavedra que así se servía de los indígenas, fue quien envió tropas del ejército para masacrar a los comunarios de Jesús de Machaca en 1921.
Saavedra no fue el único en este tipo de iniquidad. A fines del siglo XIX Pando logró la “hazaña” de servirse de un líder indio, el Willka Zárate, para luego fusilarlo una vez que este contribuyó al fracaso militar de su enemigo, el presidente Alonso.
Lo que parece extraño es, sin embargo, asunto corriente en un contexto colonial. El colonizador no podría existir si el colonizado no se somete plenamente, hasta el punto de despersonalizarse en la abyección más profunda, que es la de servir al amo para que este perpetúe su poder. Fanon indicaba que no le basta al colono limitar físicamente el espacio del colonizado; también debe limitar, desfigurar y deformar su imaginario. Parte
de esta deformación, la más truculenta, es cuando el colonizado, con su juicio confundido, encuentra complacencia sirviendo al usurpador. Orondo y satisfecho, el patrón se permite llamarlo de cualquier nombre, incluso de “oveja”, y el esbirro responde servicial.
¿Con el advenimiento de Evo al gobierno, ha cambiado en algo en nuestra sociedad este panorama colonial? ¿Estamos en plena descolonización o seguimos más bien en los parámetros del viejo orden? Por lo que sucede parece cierta la segunda opción.
En el actual gobierno, donde hay un indígena que lo preside y otros pocos de decorado, son los q’aras quienes tienen la mayoría física en el gobierno y la hegemonía en el ejercicio del poder. Así, el señor Sacha Llorenti, viceministro de Coordinación con los Movimientos Sociales, amenazó recientemente al aymara Victor Hugo Cárdenas con juzgarlo como traidor a la Patria , al recordarle que la nueva Constitución prevé ese
procedimiento para todos quienes actuaron destruyendo el patrimonio del Estado boliviano. Víctor Hugo Cárdenas, al haber sido vicepresidente de una de las gestiones de Gonzalo Sánchez de Lozada, sería candidato ideal a ese proceso.
Respondiendo al eco de esa imprecación, el sábado 7 de marzo pobladores de la comunidad de Sank’ajawira (municipio de Huatajata, provincia Omasuyos) invadieron la vivienda de Víctor Hugo Cárdenas en esa localidad, quemaron la planta baja y sacaron a patadas, empujones y chicotazos a sus moradores, Lidia Catari, esposa de V. H. Cárdenas, sus hijos y algunos otros familiares. Su hijo, Irumaki, fue gravemente lesionado en un ojo.
Al igual que en anteriores ocasiones, el gobierno empuja a los indios que hagan las tareas sucias. Las manos q’aras de los gobernantes no pueden ensuciarse en bajas tareas. Repitiendo la práctica colonial, el poder ajeno trata de resolver sus contradicciones mediante mano de obra india interpuesta. Ahora con la connotación de que trata de enfrentar a indios contra indios. Ya antes el poder colonial utilizó este recurso, como lo recuerda Ayar Quispe en uno de sus libros y le sirvió siempre para consolidar su poder. ¿Sucederá ahora lo mismo?
En un contexto en que los pocos indios en el gobierno hacen, por obra de los mismos gobernantes, el papel de corruptos o de mentecatos (rol que sirve para confortar el papel de los q’aras que ahora nos gobiernan), es necesario plantearse la ruptura del orden colonial, que pasa por el cuestionamiento del rol que en ese sentido juega el actual poder.
Descolonización significa que el pueblo colonizado pueda ejercer los roles que hasta ahora le han sido vedados. Descolonización implica protagonismo político. Y en el proceso descolonizador deben contraponerse y valorarse diversas alternativas. Querer acallar la voz de Víctor Hugo Cárdenas es pretender, en este marco, perennizar el rol de los opresores y buscar que el pueblo indio juegue el manso rol de obedecer siempre sus instrucciones. Significa querer opacar la diversidad política en el mundo indígena. Descolonización significa debate, no silenciamiento. Ese debate implica contraponer la visión de Cárdenas
con la de Morales. Empero ello parece difícil de realizarse, pues Víctor Hugo Cárdenas insiste en debatir con el actual presidente en idioma aymara.
Le queda al poder, en consecuencia, el degradado recurso de motivar la violencia recurriendo a la dócil manipulación de los colonizados. Tarea peligrosa para los poderosos, pues les guste o no a los gobernantes, se han inaugurado los tiempos de la descolonización.
Asociación de Profesionales (Comisión de Prensa y Difusión)
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viernes, 13 de marzo de 2009
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