La palabra andante
Domingo 2 de Agosto de 2009
Carmen Martínez Genis
A más de quince años del levantamiento zapatista aquel primero de enero de 1994, los grandes medios de (des)información dan por hecho que el movimiento ha decaído cuando no perecido en el olvido “…los zapatistas sólo somos noticia cuando estamos matando o muriendo”, comentó alguna vez el subcomandante Marcos.
Ahora no están matando ni muriendo. En silencio y enfrentando los ataques gubernamentales a través de los grupos paramilitares para erradicarlos de las tierras recuperadas, ellos continúan creciendo y fortaleciéndose día a día, construyendo su autonomía y demostrando al mundo con su ejemplo, que es posible la construcción de un mundo mejor en el que los conceptos de libertad, justicia y democracia dejen de ser palabras huecas y recuperen su verdadero sentido.
Después de aquella memorable “Marcha del color de la tierra” que hicieran los zapatistas por todo el país en el 2001, que culminó con su llegada al Zócalo en el corazón del Distrito Federal en medio de un lleno impresionante. Después de que ocuparon las tribunas del Congreso del Estado para exponer su voluntad de ser reconocidos en la Constitución Mexicana como pueblos autónomos y ante la nula respuesta de los legisladores y la indiferencia de la clase gobernante, los zapatistas, esos “hombres maduros, de corazón firme como la piedra” decidieron construir su autonomía por la vía de los hechos. De eso se han ocupado a partir del año 2003 cuando formaron las Juntas de Buen Gobierno.
En relación al funcionamiento de las Juntas de Buen Gobierno, un compañero base de apoyo comenta: “La estructura de la autonomía inicia desde los pueblos, de los propios pueblos inicia la organización del trabajo. El pueblo nos elige, nos dice cuáles deben ser nuestras actividades, nuestros trabajos, entendimientos y nosotros no discutimos, pues si me toca a mí es porque el pueblo me confía. No se discute sino que se debe cumplir porque el pueblo manda.
“El pueblo es quien sostiene a la Juntas de Buen Gobierno, ellos deciden cuánto es lo que pueden apoyar ya sea en trabajo o económicamente, pero no es un sueldo, es un apoyo que nosotros recibimos del pueblo. Y nosotros, todos los que estamos aquí es porque queremos que haya una nueva sociedad y que todo este sistema que ahorita está, pues que más temprano que tarde podamos nosotros tratar de que haya una nueva forma de gobernar, y no sólo local sino nacional”.
La construcción de la autonomía comienza por la formación de los “hombres y mujeres nuevos” y por ello es que los zapatistas han dado una importancia fundamental a la educación que junto con la salud y la impartición de justicia, ocupa un lugar preponderante, dirigida principalmente a los jóvenes que formarán la sociedad futura.
Recurrimos de nuevo a las palabras de un compañero base de apoyo, citadas por la revista Rebeldía1: “…La educación adquiere nuevos significados y sentidos para los pueblos autónomos. La educación ahora es para la dignidad, para sin vergüenza alguna poder ser lo que somos”. La educación autónoma es para la resistencia “estudiamos la castilla pero sin perder nuestra lengua”. La educación es comunitaria: “Lo que aprendemos es para bien de todos”. La educación es para la libertad: “Nos sirve para conocer los problemas que tenemos como pueblos y para poder decidir libremente cómo los resolvemos”.
La educación zapatista no se parece en nada a la educación que imparte el sistema capitalista, más bien podría decirse que recupera mucho del sentido que tenía entre los pueblos ancestrales antes de la llegada de los españoles. Miguel León Portilla señala que “rostro y corazón” son el punto de partida del concepto náhuatl de la educación “la cara, el corazón”, simbolizan siempre lo que llamaríamos fisonomía moral y principio dinámico de un ser humano (…), “la concepción náhuatl de la persona como rostro y corazón” es punto clave en la aparición de su concepto de educación.2 El epígrafe con el que iniciamos da una idea clara de esto.
Para concluir volvemos a las palabras de los propios zapatistas: “La educación nace desde la familia, no sólo de las escuelas. En la escuela se aprende a leer y escribir. Queremos contarle la diferencia de la educación oficial y la autónoma: en la primera hay un plan que el maestro aprendió (…) en su sistema no contempla la verdadera historia, en cuanto a los movimientos sociales a nivel local, estatal y federal. El gobierno lo elimina y la lucha es lo que verdaderamente pasa en los pueblos. Tenemos que contar lo real y verdadero, lo que no se dice en el sistema oficial.
“La meta es que todas las comunidades tengan sus propios promotores y escuelas, se han construido más de 70 escuelas de la JBG (…). Ahora está la formación de más de 100 jóvenes para promotores de educación a nivel zona y se capacitan seis meses, llevan la teoría pero se regresan a la práctica.
geniscar@latinmail.com
CAMBIO DE MICHOACÁN
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lunes, 3 de agosto de 2009
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