Centro Independiente de Informacion Nacional

viernes, 1 de abril de 2011

Rechazo total a la reforma laboral

Grupo de Acción Revolucionaria

 El proyecto de Reforma Laboral presentado por el PRI es el espejo de la presentada el 18 de marzo de 2010 por el PAN; justo como lo habíamos pronosticado (AR no.13), tuvieron un año para cabildearla, ajustarla y, finalmente, asegurar la aplanadora para su aprobación. El pacto está hecho con la burocracia de la CTM, el PRI, el PAN, Javier Lozano, la burguesía, los medios de difusión y hasta la iglesia. En lo que hemos insistido desde entonces es que se trata de una propuesta de contra-reforma laboral lesiva a los trabajadores; una reforma patronal que viene a consagrar todas las maniobras antiobreras que se han venido desarrollando de manera sistemática en los últimos años y que pretende generar jugosas expectativas para los capitalistas. Es parte de la política de "reformas estructurales" auspiciada por los gobiernos neoliberales para adecuar las relaciones laborales a los planes de reestructuración económica del capitalismo en la presente fase.

La aprobación de esta reforma desatará, en principio, el despido masivo de trabajadores de mayor antigüedad, los que tienen 15, 20 o más años laborando en muchas empresas; la patronal preferirá echarlos a la calle injustificadamente, entablar juicio, y en caso de perder, sólo estaría obligada a pagarles un año de salarios caídos.

Esta ley contraviene directamente al artículo 123 constitucional, y va contra una de las conquistas más sentidas de la clase trabajadora, que es la estabilidad en el empleo. La reforma del PRI-PAN, al incluir modalidades de contratación flexibles, como son contratos por temporada, por capacitación y a prueba, deja abierto que los patrones puedan tomar esto no como excepción sino como regla, y para evitar que los empleados hagan antigüedad podrán contratar en forma eventual indiscriminadamente, sin obligación de dar empleos permanentes; además plantea la libertad total para la tercerización o subcontratación de trabajadores; no defiende la permanencia de los empleos; acaba con las prestaciones; no incluye las sanciones hacia la patronal cuando cometa violaciones laborales (frecuentemente). En los hechos, blanquear lo que ya venía ocurriendo desde hace varios años y negarle el único derecho que le asiste a los trabajadores bajo el capitalismo: el trabajo.

Urgente movilizarse contra la reforma laboral

Trasgrediendo sistemáticamente los derechos laborales y sindicales, el Estado ha aprovechado la situación de crisis financiera internacional precipitándose en una confrontación directa con los trabajadores.

Es indiscutible, desde que se presentó la primera versión de esta iniciativa hace más de un año, la oposición parlamentaria ha sido sólo declarativa, sin fuerza; peor aún cuando fue el charro del Sindicato de Telefonistas Francisco Hernández Juárez quien abrió el debate parlamentario sobre las contrarreformas laborales y la reforma a la ley federal del trabajo (LFT )bajo la ilusión ridícula de extender las conquistas de los trabajadores, negando una crítica profunda del proyecto patronal.  Y sumado a eso, la estrategia desarrollada por Porfirio Muñoz Ledo no sólo también es ridícula, sino que pretende suplantar el papel que debería tener la clase trabajadora en las calles por el parlamento y, una vez derrotado en ese espacio, entonces recurrir a Andrés Manuel López Obrador (La Jornada 31/03) para salvar la situación. Ahora están plantados ante una iniciativa que pretende modificar 475 artículos de la LFT (la de 2010 se enfocaba a 429) de los 1010 que la componen.

En el Grupo de Acción Revolucionaria pensamos que estamos frente a una situación de emergencia frente a lo que parece será la inminente aprobación de la reforma pro-patronal; llamamos a los trabajadores a movilizarnos contra su aprobación de manera independiente y organizada; echando mano de las herramientas históricas que nos asisten. Un proceso que indiscutiblemente nos lleva a luchar contra el charrismo sindical, desafiándolo desde las bases para arrojarlo definitivamente de los sindicatos; con un plan debidamente pensado y socializado, extirpando la improvisación y los métodos primitivos de trabajo para recuperar nuestras organizaciones obreras para la lucha contra el desempleo, la precarización y la flexibilización; por la defensa del derecho de huelga, las conquistas históricas y los contratos colectivos de trabajo. Todo esto al mismo al mismo tiempo que avanzamos en construir una herramienta política de los trabajadores.

Planteamos que debemos reorganizar democráticamente al movimiento obrero y recuperar la independencia de clase, perdida hace casi cien años. Si ante la brutal agresión del Estado optamos por la inmovilidad y la oposición parlamentaria que ya demostró su fracaso, no solamente se impondrá compulsivamente la contra-reforma laboral sino que, la economía del país podría deshacerse más y el panorama nacional se volvería más sombrío. Incluso, con la reforma ya aprobada, es deber nuestro reforzar la movilización para lograr echarla abajo.

Como organización socialista y revolucionaria, sostenemos que debemos enfrentar la tentativa de destrucción de los trabajadores por parte del capitalismo hacia la reconstrucción de la clase obrera como fuerza histórica; esto implica una completa reorganización social sobre nuevas bases superando los límites de la sociedad capitalista. Imponer el derecho al trabajo significa chocar con el derecho de propiedad y con el Estado, porque mejores condiciones en el trabajo y el desempleo no desaparecerán como consecuencia de la "recuperación económica", sino de la quiebra en el alargamiento de la jornada laboral y la flexibilidad; de una profunda recuperación de los salarios; de una completa modificación del sistema impositivo, de la redistribución de los recursos en función de los intereses sociales mayoritarios, etc. Este programa anticapitalista no podría ser realizado por la sola acción de un sindicato o un pequeño grupo de trabajadores, sino por un gigantesco movimiento de masas, de obreros desempleados, de jóvenes, de los trabajadores activos y de los sectores medios que son empujados a las filas de la clase obrera y de los completamente desposeídos. El objetivo del movimiento obrero es convertirse en un movimiento de masas.

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