(tomado de Juventud Rebelde, jueves, 9 de diciembre de 2010)
Combatir el cambio climático entraña enfrentar la pobreza y la
desigualdad social
DISCURSO DEL MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES DE LA REPÚBLICA DE
CUBA, EXCMO. SR. BRUNO RODRÍGUEZ PARRILLA, EN EL SEGMENTO DE ALTO
NIVEL DE LA 16 COP/CMP6 DE LA CMNUCC. CANCÚN, MÉXICO, 8 DE DICIEMBRE DEL 2010.
(En su discurso en la Cumbre de Cambio Climático en Cancún, México, el
Canciller cubano afirmó que el cambio climático, y la seria amenaza de
una conflagración bélica de dimensiones nucleares, son los peligros
más graves e inminentes que enfrenta la humanidad para su
supervivencia, y que la ausencia de progreso hacia una solución real
de ambos problemas responde a la actitud irresponsable de quienes
promueven y se benefician del despilfarro, las catástrofes, las
guerras y la tragedia que viven nuestros pueblos)
Señor Presidente:
Distinguidos Jefes de Estado y de Gobierno, distinguidos Jefes de
delegaciones, distinguidos delegados:
Fuerzas poderosas aseguran sin titubear que el cambio climático no
existe, que no hay nada por qué preocuparse y que el serio problema
que hoy nos convoca es toda una fabricación. Son las que hoy se oponen
en el Congreso de los Estados Unidos de América a la ratificación de
los débiles instrumentos que controlan la proliferación de armas
nucleares, en una cruzada insensata cuyo único propósito consiste en
acabar de recuperar la pequeña parte del poder que perdieron hace
apenas dos años.
Son las que quieren reducir los impuestos del 10% de la población que
controla el 90% de la riqueza, las mismas que se oponen a la reforma
del sistema de salud, del seguro al desempleo y a cualquier propuesta
que signifique un pequeño paso hacia el progreso o a la equidad.
Lo cierto es, bien lo sabemos los aquí reunidos, que el cambio
climático, unido a la seria amenaza de una conflagración bélica de
dimensiones nucleares, constituyen los peligros más graves e
inminentes que enfrenta la humanidad para su supervivencia.
La ausencia de progreso hacia una solución real de ambos problemas
responde a la actitud irresponsable de quienes promueven y se
benefician del despilfarro, las catástrofes, las guerras y la tragedia
que viven nuestros pueblos.
Es un deber de todos demandar a quienes tienen la responsabilidad
histórica a que cesen el derroche y el consumo irracional de los
recursos limitados de nuestro planeta y a que se destinen a la
promoción de la paz y el desarrollo sostenible de todos los pueblos
las sumas millonarias que hoy se utilizan para hacer la guerra.
Hace un año, en Copenhague, fracasamos al no responder a las
expectativas creadas ante la 15 Conferencia de las Partes de esta
Convención, con la visión de alcanzar un acuerdo global que hiciera
frente de manera justa y efectiva al cambio climático.
Primaron allí procedimientos antidemocráticos y una total falta de
transparencia. Un grupo de países, encabezados por Estados Unidos, el
mayor emisor per cápita e histórico del planeta, secuestró el proceso
de negociaciones y promovió la imposición de un documento que no
resuelve, siquiera, los desafíos identificados por las investigaciones
científicas más conservadoras sobre el tema. Copenhague resultó un
verdadero desastre.
Después, los Estados Unidos y la Unión Europea se lanzaron a una
campaña de presiones políticas, financieras y condicionalidades para
la Ayuda Oficial al Desarrollo para tratar de dar legitimidad al
inexistente "Acuerdo de Copenhague". Resultan de particular interés
los documentos clasificados norteamericanos recientemente develados,
incluido el registrado como 249182, 10BRUSSELS183, del 17 de febrero
del 2010, que se refiere acciones, y cito, para "neutralizar, cooptar
o marginar" un grupo de Estados entre los que se menciona a Cuba.
Tengo aquí este documento, y otros más en mi poder, que demuestran la
pérfida diplomacia de las potencias en relación con el cambio climático.
Señor Presidente:
El cambio climático es una amenaza global que requiere soluciones
también globales, que sean justas, equitativas y equilibradas, y que
involucren a todos los países del mundo. Por eso adoptamos tras arduo
esfuerzo la Convención Marco y su Protocolo de Kyoto y por eso sus
principios cardinales son hoy tan válidos como cuando los concebimos.
Es ampliamente reconocido que la causa principal de la alteración del
sistema climático mundial son los patrones de producción y consumo
insostenibles que prevalecen en los países desarrollados. También se
reconoce que el principio de las responsabilidades comunes pero
diferenciadas, y las respectivas capacidades de los Estados,
constituyen la piedra angular de una solución justa y duradera.
Los países del sur no somos los responsables de la falta de acuerdos
para frenar el cambio climático. Somos más bien las víctimas de la
falta de avances y de las actitudes egoístas de quienes ya disfrutan
de la sobreexplotación de los recursos agotados del planeta.
Las pequeñas islas, aún más vulnerables, merecen consideración y trato
especial.
La Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los
Derechos de la Madre Tierra, realizada en mayo pasado, en Cochabamba,
hizo planteamientos esenciales que deben ser tomados en cuenta.
Señor Presidente:
Un acuerdo a largo plazo tiene que garantizar una perspectiva de
desarrollo sostenible para los países del Tercer Mundo, y no una
restricción adicional y agobiante para lograrlo. Eso implica que sus
emisiones de gases de efecto invernadero deben crecer inevitablemente
para satisfacer las necesidades de su desarrollo económico y social.
La Convención Marco así lo establece y los países desarrollados deben
aceptarlo.
En el marco de un segundo período de compromisos dentro del Protocolo
de Kyoto, los países industrializados tienen que asumir obligaciones
vinculantes, cuantificables y más ambiciosas de reducción de sus emisiones.
Es necesario e impostergable, adoptar aquí ahora, en Cancún,
decisiones concretas sobre un segundo período de compromisos de Kyoto,
hay un grupo de países desarrollados en este mismo proceso de
negociación, intentando liquidar el Protocolo de Kyoto, con el
pretexto de que cubre solo el 20 por ciento de las emisiones globales
de gases de efecto invernadero.
En realidad la Convención Marco cubre el 100% de dichas emisiones, y
este es un mero pretexto egoísta.
De Cancún debe salir al menos una hoja de ruta clara y precisa hacia
la solución de los problemas centrales del cambio climático, en
dirección a la 17 COP en Durban, dentro de un año.
Combatir el cambio climático entraña enfrentar la pobreza y la
desigualdad social, implica la obligación de transferir tecnología
desde el norte industrializado hacia el sur subdesarrollado, requiere
facilitar los recursos financieros que permiten a las economías en
desarrollo hacer frente a la adaptación y la mitigación, y brindar
financiamiento fresco por encima de los compromisos ya existentes, y
cada vez más precarios y condicionados de la ayuda oficial para el desarrollo.
Si bien parece viable que en esta conferencia se pueda llegar a
acuerdos en materia de adaptación y transferencia de tecnologías, es
imprescindible que definamos mecanismos de financiación o recursos
realmente significativos para enfrentar los efectos del cambio climático.
No podrían ser creados estos mecanismos en el seno del Banco Mundial,
ni ninguna otra institución del sistema de Bretton Woods, pues
entrañaría condicionalidades, discriminación y exclusiones.
Las instituciones de Bretton Woods son tan responsables históricas del
cambio climático como los gobiernos de los países desarrollados.
No se trata de una obra de caridad, sino, ante todo, de una obligación
moral y jurídica, resultante de los compromisos asumidos en la
Convención. Las migajas prometidas en Copenhague fueron extremadamente
exiguas y ni siquiera se ha materializado.
Los mecanismos de mercado, ni las políticas neoliberales que ya no
tienen ninguna credibilidad nos ayudarán a avanzar.
Señor Presidente:
Las terribles inundaciones que ahora mismo sufren Venezuela y Colombia
concitan toda nuestra solidaridad y evidencian la urgencia del problema.
El orden mundial es insostenible, la sociedad humana para sobrevivir
tendrá que organizarse de otra manera, llegó la hora de actuar, el
tiempo se termina, se ha perdido otro año desde el engaño de
Copenhague. Los pueblos no pueden esperar por los poderosos.
Muchas gracias
Combatir el cambio climático entraña enfrentar la pobreza y la
desigualdad social
DISCURSO DEL MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES DE LA REPÚBLICA DE
CUBA, EXCMO. SR. BRUNO RODRÍGUEZ PARRILLA, EN EL SEGMENTO DE ALTO
NIVEL DE LA 16 COP/CMP6 DE LA CMNUCC. CANCÚN, MÉXICO, 8 DE DICIEMBRE DEL 2010.
(En su discurso en la Cumbre de Cambio Climático en Cancún, México, el
Canciller cubano afirmó que el cambio climático, y la seria amenaza de
una conflagración bélica de dimensiones nucleares, son los peligros
más graves e inminentes que enfrenta la humanidad para su
supervivencia, y que la ausencia de progreso hacia una solución real
de ambos problemas responde a la actitud irresponsable de quienes
promueven y se benefician del despilfarro, las catástrofes, las
guerras y la tragedia que viven nuestros pueblos)
Señor Presidente:
Distinguidos Jefes de Estado y de Gobierno, distinguidos Jefes de
delegaciones, distinguidos delegados:
Fuerzas poderosas aseguran sin titubear que el cambio climático no
existe, que no hay nada por qué preocuparse y que el serio problema
que hoy nos convoca es toda una fabricación. Son las que hoy se oponen
en el Congreso de los Estados Unidos de América a la ratificación de
los débiles instrumentos que controlan la proliferación de armas
nucleares, en una cruzada insensata cuyo único propósito consiste en
acabar de recuperar la pequeña parte del poder que perdieron hace
apenas dos años.
Son las que quieren reducir los impuestos del 10% de la población que
controla el 90% de la riqueza, las mismas que se oponen a la reforma
del sistema de salud, del seguro al desempleo y a cualquier propuesta
que signifique un pequeño paso hacia el progreso o a la equidad.
Lo cierto es, bien lo sabemos los aquí reunidos, que el cambio
climático, unido a la seria amenaza de una conflagración bélica de
dimensiones nucleares, constituyen los peligros más graves e
inminentes que enfrenta la humanidad para su supervivencia.
La ausencia de progreso hacia una solución real de ambos problemas
responde a la actitud irresponsable de quienes promueven y se
benefician del despilfarro, las catástrofes, las guerras y la tragedia
que viven nuestros pueblos.
Es un deber de todos demandar a quienes tienen la responsabilidad
histórica a que cesen el derroche y el consumo irracional de los
recursos limitados de nuestro planeta y a que se destinen a la
promoción de la paz y el desarrollo sostenible de todos los pueblos
las sumas millonarias que hoy se utilizan para hacer la guerra.
Hace un año, en Copenhague, fracasamos al no responder a las
expectativas creadas ante la 15 Conferencia de las Partes de esta
Convención, con la visión de alcanzar un acuerdo global que hiciera
frente de manera justa y efectiva al cambio climático.
Primaron allí procedimientos antidemocráticos y una total falta de
transparencia. Un grupo de países, encabezados por Estados Unidos, el
mayor emisor per cápita e histórico del planeta, secuestró el proceso
de negociaciones y promovió la imposición de un documento que no
resuelve, siquiera, los desafíos identificados por las investigaciones
científicas más conservadoras sobre el tema. Copenhague resultó un
verdadero desastre.
Después, los Estados Unidos y la Unión Europea se lanzaron a una
campaña de presiones políticas, financieras y condicionalidades para
la Ayuda Oficial al Desarrollo para tratar de dar legitimidad al
inexistente "Acuerdo de Copenhague". Resultan de particular interés
los documentos clasificados norteamericanos recientemente develados,
incluido el registrado como 249182, 10BRUSSELS183, del 17 de febrero
del 2010, que se refiere acciones, y cito, para "neutralizar, cooptar
o marginar" un grupo de Estados entre los que se menciona a Cuba.
Tengo aquí este documento, y otros más en mi poder, que demuestran la
pérfida diplomacia de las potencias en relación con el cambio climático.
Señor Presidente:
El cambio climático es una amenaza global que requiere soluciones
también globales, que sean justas, equitativas y equilibradas, y que
involucren a todos los países del mundo. Por eso adoptamos tras arduo
esfuerzo la Convención Marco y su Protocolo de Kyoto y por eso sus
principios cardinales son hoy tan válidos como cuando los concebimos.
Es ampliamente reconocido que la causa principal de la alteración del
sistema climático mundial son los patrones de producción y consumo
insostenibles que prevalecen en los países desarrollados. También se
reconoce que el principio de las responsabilidades comunes pero
diferenciadas, y las respectivas capacidades de los Estados,
constituyen la piedra angular de una solución justa y duradera.
Los países del sur no somos los responsables de la falta de acuerdos
para frenar el cambio climático. Somos más bien las víctimas de la
falta de avances y de las actitudes egoístas de quienes ya disfrutan
de la sobreexplotación de los recursos agotados del planeta.
Las pequeñas islas, aún más vulnerables, merecen consideración y trato
especial.
La Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los
Derechos de la Madre Tierra, realizada en mayo pasado, en Cochabamba,
hizo planteamientos esenciales que deben ser tomados en cuenta.
Señor Presidente:
Un acuerdo a largo plazo tiene que garantizar una perspectiva de
desarrollo sostenible para los países del Tercer Mundo, y no una
restricción adicional y agobiante para lograrlo. Eso implica que sus
emisiones de gases de efecto invernadero deben crecer inevitablemente
para satisfacer las necesidades de su desarrollo económico y social.
La Convención Marco así lo establece y los países desarrollados deben
aceptarlo.
En el marco de un segundo período de compromisos dentro del Protocolo
de Kyoto, los países industrializados tienen que asumir obligaciones
vinculantes, cuantificables y más ambiciosas de reducción de sus emisiones.
Es necesario e impostergable, adoptar aquí ahora, en Cancún,
decisiones concretas sobre un segundo período de compromisos de Kyoto,
hay un grupo de países desarrollados en este mismo proceso de
negociación, intentando liquidar el Protocolo de Kyoto, con el
pretexto de que cubre solo el 20 por ciento de las emisiones globales
de gases de efecto invernadero.
En realidad la Convención Marco cubre el 100% de dichas emisiones, y
este es un mero pretexto egoísta.
De Cancún debe salir al menos una hoja de ruta clara y precisa hacia
la solución de los problemas centrales del cambio climático, en
dirección a la 17 COP en Durban, dentro de un año.
Combatir el cambio climático entraña enfrentar la pobreza y la
desigualdad social, implica la obligación de transferir tecnología
desde el norte industrializado hacia el sur subdesarrollado, requiere
facilitar los recursos financieros que permiten a las economías en
desarrollo hacer frente a la adaptación y la mitigación, y brindar
financiamiento fresco por encima de los compromisos ya existentes, y
cada vez más precarios y condicionados de la ayuda oficial para el desarrollo.
Si bien parece viable que en esta conferencia se pueda llegar a
acuerdos en materia de adaptación y transferencia de tecnologías, es
imprescindible que definamos mecanismos de financiación o recursos
realmente significativos para enfrentar los efectos del cambio climático.
No podrían ser creados estos mecanismos en el seno del Banco Mundial,
ni ninguna otra institución del sistema de Bretton Woods, pues
entrañaría condicionalidades, discriminación y exclusiones.
Las instituciones de Bretton Woods son tan responsables históricas del
cambio climático como los gobiernos de los países desarrollados.
No se trata de una obra de caridad, sino, ante todo, de una obligación
moral y jurídica, resultante de los compromisos asumidos en la
Convención. Las migajas prometidas en Copenhague fueron extremadamente
exiguas y ni siquiera se ha materializado.
Los mecanismos de mercado, ni las políticas neoliberales que ya no
tienen ninguna credibilidad nos ayudarán a avanzar.
Señor Presidente:
Las terribles inundaciones que ahora mismo sufren Venezuela y Colombia
concitan toda nuestra solidaridad y evidencian la urgencia del problema.
El orden mundial es insostenible, la sociedad humana para sobrevivir
tendrá que organizarse de otra manera, llegó la hora de actuar, el
tiempo se termina, se ha perdido otro año desde el engaño de
Copenhague. Los pueblos no pueden esperar por los poderosos.
Muchas gracias
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